lunes, 30 de marzo de 2015

CANNONBALL IN EUROPE!


Nada más y nada menos que 42000 personas. Ese es el número de espectadores que un 5 de agosto de 1962 se juntaron, en el marco del International Jazz Festival celebrado en la localidad belga de Comblain-La-Tour, para disfrutar -¡y de qué manera!- de la actuación del sexteto de Cannonball Adderley. Al saxo alto del artífice de Mercy, Mercy, Mercy! le acompañarían para la ocasión su hermano Nat a la trompeta, una base rítmica formada por Sam Jones (bajo) y Louis Hayes (batería), el piano del músico austríaco Joe Zawinul y un recién llegado al combo, Yusef Lateef, quien se ocupará indistintamente del saxo tenor, la flauta y el oboe. Con semejante alineación, y haciendo gala de una comunión encima del escenario que enseguida se traslada al enfervorizado público -que puntuará cada solo, cada cambio de ritmo, con sus vítores y aplausos-, los metales se convierten en los indiscutibles protagonistas de la pieza que abre el disco, "P. Bouk", original del propio Lateef. Tras unas palabras de agradecimiento ("para aquellos que las puedan entender", bromea Adderley) una hermosa melodía de flauta abre "Gemini", cuyos casi 13 minutos se convierten en el vehículo perfecto para que se luzca un tan magnífico como comedido Zawinul. Clásico recurrente en el repertorio de la banda, la celebérrima "Work Song", trepidante y swingeante, volverá a enardecer una audiencia que poco necesitaba para ello. Acercándonos al final, llega el momento del blues, género que no tenía secretos para el añorado músico de Florida. Sirviéndose de todo un estándar como "Trouble In Mind", la rendición es toda una lección de imaginación y sensibilidad, coloreando semejante clásico con un instrumento, el oboe, que pocos relacionarían con dicha música. Toda la contención acumulada será echada por la borda para, ahora sí, decir adiós con una "Dizzy's Business", atacada con toda la fiereza posible por unos instrumentos a punto de ebullición. Despedidos como auténticas estrellas de rock, da una idea de la sinergia que esa lejano verano de hace ya 53 años se vivió en un campo de vacas convertido en un barrizal por las continuas lluvias (tal es el terreno donde tuvo lugar dicho festival, el primero celebrado al aire libre en nuestro continente), lo que hace de Cannonball In Europe! un vívido documento con el que darle en la cabeza -aunque mejor será que le de una oportunidad- a cualquiera que tenga la peregrina idea (cosa distinta es que se conecte o no con él) de que el jazz es aburrido.

lunes, 16 de marzo de 2015

STUCK IN THE 90's (y III)

10) Car Wheels On A Gravel Road (Lucinda Williams)
El camino ha sido largo y tortuoso pero al fin estamos en casa. Encenderemos la chimenea, nos quitaremos las gastadas botas, y mientras suenan nuestros viejos discos de ZZ Top y Howlin' Wolf será el momento de brindar por aquellos amantes que antaño calentaban nuestras sábanas, por aquellos amigos que ya no están con nosotros. Por la vida.

 
9) Dirt (Alice In Chains)
Muros de guitarras tras los que bailan, impúdicos, los demonios que todos llevamos dentro. Química y armonías de herrumbre. Polvo, suciedad, tierra. Decisiones personales de las que no se puede escapar. Expiación a través del arte.
 
8) Grace (Jeff Buckley)
Un apellido bendecido. Un ángel empapado de poesía recorriendo las calles mientras Nina Simone le susurra al oído historias de bohemia y melancolía. ¿Donde estabas tú la primera vez que escuchaste Grace?

7) Powertrip (Monster Magnet)
Súbete al coche. Atraviesa el desierto. Busca el letrero de neón que más te llame la atención. Acepta la bebida que te ofrece ese desconocido. Vacía tu cartera. Entrégale las llaves de tu casa a esa sexy fémina. Ya tendrás tiempo de arrepentirte.
 
6) Ritual De Lo Habitual (Jane's Addiction)
El 23 de agosto de 1988 sale a la luz Nothing's Shocking. El 23 de agosto de 1988 empezaron los 90. Y con Ritual De Lo Habitual se cruzó el Rubicón. Led Zeppelin y Velvet Underground. Alice Cooper y Syd Barrett. Talento, locura y santería. "Señores y señoras; nosotros tenemos más influencia con sus hijos, que tú 'tiene'. Pero los queremos. Creado y regalo de Los Angeles: Juana's Adicción."
 
5) Third Eye (Redd Kross)
Medallones mágicos y fábricas de chicles. Paseos por el Planeta de los Simios. Fantasía y androginia. Ropajes de colores, imitadores de Paul Stanley y Sofia Coppola en pelotas. Melodías perfectas. Canciones pluscuamperfectas. De verdad, ¿Sgt. Pepper's? No me jodas...
 
4) Black Love (The Afghan Whigs)
Empapado de sexo, culpa y muerte, el Amor Negro de Greg Dulli apela al corazón, la cabeza, las entrañas y la entrepierna del oyente. Una caja que oculta un secreto, portada por unas manos manchadas de sangre mientras, a su alrededor, la ciudad arde entre explosiones de violencia y lujuria.
 
3) Tomorrow The Green Grass (The Jayhawks)
Canciones para aquellos que somos felices paseando por la orilla del mar, el sol acariciándonos la cara. Canciones para aquellos que queremos dormirnos arrullados por una melodía inolvidable. Canciones para aquellos que nos lamemos las heridas mientras fuera, tras esa ventana empañada, la lluvia no deja de caer. Louris y Olson. Nuestros Lennon y McCartney. Nuestros Everly Brothers. Nuestros Jayhawks.
 
2) Soup (Blind Melon)
Una ciudad dejando su impronta de luz y oscuridad en cada surco. Guitarras jugando a encontrase y perderse. Una voz -en un momento juguetona e infantil, en otro doliente- tocada por la gracia, haciéndose por nosotros aquellas preguntas que evitamos. Vivir. Dudar. Temer. La emoción hecha disco.

1) The Southern Harmony And Musical Companion (The Black Crowes)
Decían que el pozo no daba más de sí. Decían que los Stones, The Allman Brothers Band, Faces, Little Feat o Free lo habían dejado seco. Tierra baldía, el glorioso legado 70's. Bautizado como un viejo libro de himnos góspel, la segunda rodaja de esta banda liderada por una -¡otra más!- mal avenida pareja de hermanos surgía -orgullosa- de la misma semilla de la que brotaran, tiempo atrás, Brothers & Sisters o Dixie Chicken. Benditos bocazas.

martes, 10 de marzo de 2015

ÉRASE UNA VEZ EL HOMBRE

Hace más de un año que Yorick Brown se ha graduado en filología inglesa y mientras intenta encontrar su lugar en el mundo -y de paso, un trabajo- sigue dedicando la mayor parte de su tiempo a los trucos de magia y el escapismo, su auténtica vocación. Hoy es un día importante, ha decidido pedirle la mano a su novia aunque, eso sí, tendrá que ser por teléfono pues Beth se encuentra en Australia, participando en un proyecto antropológico de la universidad. Como testigo: Ampersand, su mono capuchino. Hoy es un día importante para Yorick, decíamos; de hecho, no se imagina cuánto, pues, enclaustrado entre las cuatro paredes de su apartamento en Brooklyn, mientras intenta declararse a su novia y procura evitar que Ampersand haga diana con las heces que le lanza, a lo largo y ancho del planeta, uno tras otro, sin motivo aparente, todos los mamíferos con cromosoma "Y" del planeta caen muertos. Todos, menos el atribulado Yorick... y Ampersand.

Este es el punto de partida de los 60 números (publicados entre 2002 y 2008) de los que consta la edición original de Y, El Último Hombre, cómic creado por el guionista Brian K. Vaughan y la dibujante Pia Guerra. A partir de ese momento, el primer impulso de nuestro protagonista será emprender el camino para encontarse con su amada y hacerle saber que está vivo pero, convertido ahora en un escasísimo "recurso natural", terminará bajo la protección de la agente 355 y ambos, junto a una biogenetista de origen chinojaponés -la Dra. Mann-, iniciarán un viaje que les llevará por todo el Globo para intentar averiguar el origen de la plaga.

Así, partiendo de las coordenadas de una road movie, la serie transita en primer lugar por el género de la ciencia-ficción, dosificando la  acción y  el suspense, y con un uso del "continuará" que para sí quisieran muchos productos catódicos. En segundo lugar, y como obra de dicho género, la historia no deja de lado los aspectos distópicos que su premisa argumental posibilita, indagando en las transformaciones que sufre la sociedad tal como la conocemos: qué sucede con la política, si seguirán latentes los conflictos bélicos existentes antes del "generocidio", preguntándose si pervivirán los clichés sobre hombres y mujeres, el papel del feminismo a partir de ese momento, cómo afrontar las relaciones sexuales o interrogándose sobre si alumbrarán las mujeres un mundo sin delincuencia. Aunque, y ahí está su triunfo, el gran acierto de Brian K. Vaughan es poner en primer plano siempre a los personajes. Desarrollados del primero al último de manera tridimensional y creíble, sacando un gran partido de su oído para los diálogos, lo que finalmente Y, El Último Hombre nos ofrece es una gran historia sobre el amor, el dolor, la pérdida, el desamparo, la aceptación y la capacidad de renuncia. Una historia, en definitiva, sobre el proceso de madurez.

lunes, 2 de marzo de 2015

STUCK IN THE 90's (II)

               -El espacio no se hace responsable de las opiniones vertidas a continuación-
 

Guste o no, la década de los 90, quedará marcada por el auge del rock alternativo y el grunge (etiqueta -como la mayoría- cogida por los pelos pues, más allá del marco geográfico, no creo que Mudhoney o Soundgarden, Nirvana o Screaming Trees, por poner un par de ejemplos, tuvieran mucho que ver). Y claro que Sonic Youth, los Replacements o Pixies ya estaban antes (y grabaron grandes obras como Goo y Bossanova) pero, ¿qué hacemos, cerrar el chiringuito y limitarnos a Chuck Berry, los Beatles y la Velvet? No sé si me explico. Esas nuevas bandas de Seattle, además, no dejaron de reivindicar a aquellos que les precedieron e inspiraron, fueran éstos Neil Young, Black Sabbath o Meat Puppets. Quien no sintiera nada por el grunge, tenía a su disposición una pléyade de grupos indies (cuando esa etiqueta tenía aún algún sentido); bandas excelentes -y con las que servidor debe seguir profundizando- como Yo La Tengo u otras como Pavement o My Bloody Valentine, con las que uno ya no conecta. Mientras, Metallica, Guns N' Roses o Aerosmith mantendrían viva la llama del rock en los estadios y unos jóvenes de Atlanta, The Black Crowes, nacían para convertirse en los últimos clásicos.

Otra etiqueta, el americana, asoma en esos años. Otra etiqueta para tomar con precaución  y un sonido que terminó deslizándose por la pendiente del hastío tras alumbrar grandes discos como Strangers Almanac de Whiskeytown (otra cosa es considerar a Ryan Adams una especie de Van Morrison, Gram Parsons, Gene Clark y Keith Richards todo en uno). Etiqueta que le quedaba pequeña a Wilco o The Jayhawks. Siempre me he sentido más cómodo hablando de rock americano o música de raíces. Uno de sus veteranos, Tom Petty, alcanza una emocionante madurez y factura perlas como Wildflowers, Echo, She's The One o Into The Great Wide Open.

Pero si hablamos de clásicos, qué decir del Tiempo Inmemorial de Dylan, o de la ¿tercera? reinvención de Tom Waits. O de Neil Young; ahora que se mueve entre lo intrascendente (Fork In The Road), lo tedioso (Storytone), la sobrevalorada corrección (Psychedelic Pill) y la tomadura de pelo (Le Noise, A Letter Home) no conviene dejar de mirar a unos años donde enlazó monumentos como Ragged Glory con notables trabajos como Mirror Ball, Harvest Moon o Sleeps With Angels. Casi nada.

Nuevo cambio de rumbo. Los texanos Pantera abrieron nuevas vías para un género tan transitado como el metal y viejas glorias del género como Judas Priest sacaron a la calle el brutal Painkiller (sí, Guzz, Up the Irons!, pero yo soy de los Judas; elige arma y lugar). Siguiendo con sonidos extremos, Ministry y NIN llevaron el rock industrial a las portadas de las revistas. A título personal, disfruté en su día con los de Trent Reznor pero creo que esos discos se quedaron embalsamados en su época. Como abanderados del stoner, Kyuss reinventaron el legado hard-psych de los 60/70 desde una perspectiva moderna en pleno desierto.

Veo movimiento en el fondo de la sala, tú, el de la camiseta de Blur... ah, claro, el brit-pop, dices. Bueno, a no ser que consideremos brit-pop a TFC u Ocean Colour Scene permitidme el "chiste": not my cup of tea. Vaaaale, el primero y el tercero de Suede no están mal.


Siempre tiene que haber versos sueltos y los 90 no serían ajenos al fenómeno. Redd Kross (su sagrada trilogía), Urge Overkill (Saturation, Exit The Dragon) o Jon Spencer Blues Explosion (Orange) si de grupos hablamos, y artistas con mayúsculas como Nick Cave (Let Love In, The Boatman's Call) o su ex PJ Harvey (el atemporal To Bring You My Love) entregan soberbios álbumes a los que sigue siendo un placer acudir. ¿Más? Y mejor: Jane's Addiction, que rompieron el molde al nacer aunque se les metiera en el saco de lo alternativo, The Afghan Whigs, los eternos Blind Melon, Jeff Buckley,...

Llegados a la segunda mitad de la década, el rock deja de tener la relevancia mediática de la que disfrutó hasta ese momento, el grunge da paso a un infumable sucedáneo (Bush, Creed,...) y todo vuelve a la "normalidad". Aunque aquí en Europa unas bandas provenientes del frío mantendrán la llama del rock'n'roll bien alto. Mirándose en el Detroit de MC5, la Australia de Radio Birdman, pero también en el legado setentero de los Stones o Kiss, combos como Gluecifer o los añorados Hellacopters se convierten en la dieta diaria de muchos de nosotros.

Añádanle todo lo que no conozco y aquello de lo que me habré olvidado y no quedaron mal los noventa, no.... si hasta U2 sacaron un buen disco (Achtung Baby)!!!

(AVISO: la siguiente lista puede contener trazas de repelente para 'gafapastas')

20) No Lunch (D Generation)
19) Danzig II-Lucifuge (Danzig)
18) Heartbreak Station (Cinderella)
17) Five Man Acoustical Jam (Tesla)
16) Badmotorfinger (Soundgarden)
15) Forever Blue (Chris Isaak)
14) Dust (Screaming Trees)
13) Magnolia (Screamin' Cheetah Wheelies)
12) Bone Machine (Tom Waits)
11) Songs From Northern Britain (Teenage Fanclub)