viernes, 30 de diciembre de 2011

WANT MORE


Descubrí a JC Brooks & The Uptown Sound de casualidad navegando por la red con el vídeo de "Baltimore Is The New Brooklyn" hace dos años y me quedé prendado al instante. De inmediato empecé a rastrear su pista y cuál fué mi sorpresa cuando comprobé que su primer disco, Beat Of Our Own Drum, estaba recién editado por lo que enseguida estuvo en mi poder, momento desde el que siento a este combo de Chicago un poco como mío.

Y así esperaba, con una mezcla de impaciencia y de miedo a que no superasen la prueba del segundo disco, la publicación de lo que debía ser la continuación de ese primer álbum. Tan solo con los primeros compases esos nubarrones se fueron disipando porque sí, ahí estaba, corregida y aumentada, la fuerza que guiaba los temas de su debut. Autenticidad es la palabra que mejor define su música, una música y unas canciones reales, sin impostura; los arreglos son los justos y necesarios, un piano aquí, una trompeta y un saxo tenor allá, una introducción con Wurlitzer, pero sin desviar la atención del centro de las canciones, de su meollo que no es otro que la plástica sección rítmica que forman el bajista Ben Taylor y la batería de Kevin Marks, la carismática presencia de JC Brooks y la guitarra del cerebro musical de la banda, Billy Bungeroth. Algunos críticos hablan de garaje-soul, digamos más bien que arremeten contra el R&B, el soul y el funk con la energía de Detroit (no por casualidad los Stooges y Funkadelic son citados por ellos como algunos de sus referentes).

Con esos ingredientes consiguen algo tan complicado de hacer como capturar los efluvios provenientes de las gloriosas décadas de los 60 y 70 pero sonar atemporales, sin asomo de nostalgia retro o revivalismo. Somos un grupo del s.XXI, parecen decirnos con su imprescindible versión del "I Am Trying To Break Your Heart" de Wilco. Y esa consciencia de en qué momento viven en ningún momento implica una producción de artificiales atmósferas "modernas".

Momentos tan destacados como "Missing Things", donde logran decifrar la clave para sonar a la vez campestres y urbanos, o el tema con el que se despiden, "Awake", un himno para estos tiempos de crísis y que guiña un ojo a los Impressions, hacen de Want More el faro perfecto para arrojar luz sobre el año que comienza.

martes, 20 de diciembre de 2011

LA HERMANA PEQUEÑA

Un día te levantas y no sabes cómo ni por qué, ahí está, instalada en tu cabeza sin antes pedir permiso, sin que necesariamente la hubieses escuchado el día anterior o sonase en un anuncio o una película, sin preliminares, vamos. Me refiero por supuesto a esa canción okupa que llega para quedarse por unos días y convertirse en una obsesión. Imagino que a todos nos pasará a menudo, al menos a mí sí...afortunadamente la de hoy es esta "Little Sister", cara B de un single de 1961 (la cara A la ocupaba la deliciosa "His Latest Flame") que con su contagioso ritmo (atención a ese toque de batería y al poderoso bajo) y una increíble guitarra nos traía al Elvis más roquero, desmintiendo que en los 60 únicamente facturase baladas.

Y es que si esto no es auténtico raunch n´ roll...


viernes, 16 de diciembre de 2011

KISS MEETS THE REPLACEMENTS

Cuenta la leyenda que por estas fechas pero hace 27 años un nutrido grupo de jefazos de las principales compañías discográficas acudieron, con las billeteras a buen recaudo, al CBGB de Nueva York para ver sobre el escenario a una joven banda de nombre Gary & The Boners. Entre esos gerifaltes se encontraba el ahora-estrella-del-rock-ahora-hombre-de-negocios Gene Simmons quien, con el símbolo del dólar reflejado en sus pupilas, acudía a contemplar a ese grupo que acababa de asomar tímidamente la "patita" desde el underground con su último disco y del que decían que podía ser the next big thing.

Gary & The Boners, en efecto, no eran otros que The Replacements y lo que pasó a continuación...inevitable puesto que el bajista de KISS, al oír la grandiosa y ácida versión de "Black Diamond", algo para lo que no debía estar preparado, no tardó dos segundos en abandonar horrorizado el antaño templo del punk de la Gran Manzana, no sabemos si pensando en interponer una denuncia a esos niñatos.

Sin embargo, otra "estrella" del rock, nunca mejor dicho, se encontraba en el local, Alex Chilton, quien no tenía tantos remilgos y esa misma noche tras acabar el concierto sería presentado a Paul Westerberg y compañía aunque esto ya es otra historia.




martes, 13 de diciembre de 2011

SORRY MA, FORGOT TO TAKE OUT THE TRASH


En este 2011 que llega a su fin se ha cumplido el 30 aniversario del debut discográfico de The Replacements que si bien no alcanza las cotas de sus obras futuras sí merece una revisión y ante todo un sitio en el corazón de todo fan de los de Minneapolis. Porque aún careciendo de la calidad superlativa de la sagrada trilogía que conforman Let It Be, Tim y Pleased To Meet Me e incluso de la oscura y serena madurez de los subestimados Don´t Tell A Soul y All Shook Down (en Long Black Limousine defenderíamos ambos títulos con las manos si hiciese falta) este Sorry, Ma... (impagable título por cierto) es uno de los artefactos más adictivos de la escena alternativa de los 80.

Guiadas por la adrenalínica base rítmica que conformaban el carismático Tommy Stinson y Chris Mars y con un Bob Stinson transformado en guitar-hero las composiciones de Paul Westerberg estallan ante el oyente entre aldabonazos hardcore ("Customer", "Otto"), el punkabilly de "Love You Till Friday" y cortes de puro punk-rock americano caso de "Takin´ A Ride" o "Don´t Ask Why". Como reza en la portada: "File Under Power Trash".

Pero aún así éste no es un álbum de punk cualquiera puesto que los ´Mats no eran una banda cualquiera. No hace falta rascar demasiado en la superficie para atisbar las influencias que los hacían destacar del resto de compañeros de escena (Kiss, Stones, Chuck Berry...) lo que confiere a las canciones de una dinámica y una estructura "clásicas", alejándolas del mero ejercicio de estilo; y por encima de todo, asegurándose la inmortalidad de dichas canciones, las letras del genio Westerberg y sus retratos de adolescentes suburbiales debatiéndose entre el deseo y la alienación ("I hate music/Sometimes I don´t/I hate music/It's got too many notes/I hate my high school/Sometimes I went/I hate my father/One day I won´t") o, como esperando ser descubierta, la romántica elegía pop dedicada a Johnny Thunders, "Johnny´s Gonna Die" que habría encajado en cualquier elepé posterior del grupo ("Johnny always takes more than he needs/Knows a couple chords, knows a couple leads/Johnny always needs more than he takes/Forgets a couple of chords, forgets a couple of breaks").





viernes, 9 de diciembre de 2011

WILD IS THE WIND


Mientras que Nina Simone rechazaba toda etiqueta ("Yo lo que hago es música clásica negra") muchos críticos hacían hincapié en una supuesta indecisión (del blues al jazz, del pop al soul, de Broadway al folk) para negarle la merecida entrada en el Olimpo. Todos los campos fueron pisados por la diva de voz trémula en un desafío constante al oyente del que no escapa esta obra de 1966 que supuso mi primer contacto con su música.

La exultante "I Love Your Lovin´ Ways", con una Simone más vivaz que nunca choca de inmediato con la furia, apenas contenida durante su desarrollo, desatada en su final, de "Four Women", viaje a la resignación, la ira, el dolor y el orgullo que marcan la existencia de las protagonistas de la canción. "What More Can I Say" y "That´s All I Ask" se mueven entre lo íntimo y lo sinfónico y en medio de ellas, suspendida en el tiempo, eterna, "Lilac Wine" (justo es reconocer que ese "primer contacto" con Nina Simone tendría lugar a través de las rendiciones que de los dos últimos temas citados haría el añorado Jeff Buckley).

"Break Down And Let It All Out" se asemeja a un paseo en una montaña rusa. Cierto aroma latino desprende "Why Keep On Breaking My Heart" donde la voz de Nina suena deliciosamente andrógina. "Wild Is The Wind" con sus siete minutos de arabescos vocales y pianísticos hace contigo lo que quiere. Emocionales y emocionantes, impúdicamente desnudas "Black Is The Color Of My True Love´s Hair" e "If I Should Lose You". Y como rúbrica de ese eclecticismo , "Either Way I Lose", un delicioso pop orquestado que tal vez sea el corte más accesible de un álbum y, ante todo, una figura a reivindicar más allá de campañas publicitarias.

sábado, 3 de diciembre de 2011

SAILIN´ SHOES


Me había prometido no empezar esta entrada hablando de lo injustamente olvidados que están Little Feat siendo una de las mejores bandas de los 70 pero es de recibo hacerlo y es que creo no equivocarme si digo que su influencia (pregunten a los Stones circa Exile) ha sido inversamente proporcional  a la repercusión que hoy día tiene su nombre. Nombre que puede mirar de tú a tú a iconos de la música estadounidense como Grateful Dead, Allman Brothers o los sagrados The Band; insisto, citadle el nombre de Lowell George a Chris Robinson, Dylan o Emmylou Harris y seguro que os invitan a algo (bueno, en el caso de Bob con suerte os farfullará algo inaudible). Y es que su música, un cóctel de R n´ R, blues, country e incluso jazz únicamente podría salir de esa América de los 70 donde todas aquellas etiquetas daban lugar a una sola: pura música americana.

Sailin´ Shoes, su segundo elepé, es un ejemplo perfecto de lo expuesto arriba; así, "Easy To Slip" es un exuberante single de apertura, una pequeña pieza de orfebrería  que linda con el mejor pop californiano mientras que "Cold, Cold, Cold" con una increíble batería de punch tan rockero como funky, se presenta como uno de los grandes temas de Little Feat que para sí quisiera cualquier artista de la época. La delicada balada country-blues de "Trouble" te hará llamar a tu madre y en "Tripe Face Boogie" brillan con luz propia la slide y la armónica de Lowell George. "Willin´" debería ser considerado todo un clásico a estas alturas, uno de esos temas de carretera que únicamente podría venir firmado por una banda americana.

Tanto Lowell George como el bajista Roy Estrada venían de la factoría Zappa y eso no sólo se nota en el sonido de la sofisticada "Cat Fever" sino en el peculiar humor que impregna la letra de un tema como "A Apolitical Blues". Su sabiduría y sutileza musical queda patente en "Got No Shadows" y ese R&B a lo Nueva Orleans que titula el disco. "Teenage Nervous Breakdown" con su ritmo rockabilly poseído por Jerry Lee Lewis lo pone todo patas arriba y, como despedida, "Texas Rose Cafe", un tema cuasi-progresivo (con interludio jazzy incluído) bastaría para dejar el nombre de Little Feat escrito con letras de oro en la mente de todo aficionado al rock de los 70.